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martes, 18 de mayo de 2010

Jaguar




El jaguar (Panthera onca) es el felino más grande de América y uno de los más grandes del mundo, sólo superado por el león y el tigre. Los machos llegan a medir casi dos metros y medio, sin incluir la cola, y llegan a pesar 150 kilogramos.
Este felino todavía se encuentra en gran parte de los estados costeros de México, desde Tamaulipas hasta Campeche, por el Golfo, y de Sonora a Chiapas, por el Pacífico. Sobre todo, radica en los estados de Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo y Campeche. Sin embargo, el acelerado deterioro de su hábitat y la caza indiscriminada han mermado a tal grado su población que ya se le considera una especie en peligro de extinción.
Los jaguares son de hábitos principalmente nocturnos y cazan en territorios de hasta 45 kilómetros cuadrados. Esta conducta es justamente la que los vuelve tan susceptibles a la deforestación de su hábitat, ya que para vivir requieren de extensas masas arbóreas con una densa vegetación y con abundantes cuerpos de agua, pues son excelentes nadadores y les gusta trepar a los árboles.
Los jaguares son animales solitarios, salvo en la época de apareamiento. La hembra da a luz entre uno y cuatro cachorros después de un periodo de gestación de tres meses y medio. Si bien los cachorros son amamantados hasta los seis meses de edad, tres meses antes ya han comenzado a comer carne. Pero su capacidad de supervivencia es aún reducida. No se separan de su madre hasta el año y medio.
En algunos individuos, sobre todo en las regiones cálidas y húmedas, se presenta un exceso de pigmento oscuro en su pelaje que les da una apariencia completamente negra, aunque una mirada acuciosa alcanza a percibir las manchas características del jaguar. Este fenómeno se conoce como melanismo.
Para los olmecas, mayas, zapotecos y nahuas, entre otros grupos indígenas, el jaguar era un animal sagrado de especial importancia en la vida religiosa y militar. Acompañaba a los chamanes y a los guerreros, y estaba asociado con el agua, con la fertilidad de la tierra y la oscuridad. Los olmecas y zapotecos lo representaron en figuras de humanos con rasgos del felino. Para los mayas, las manchas de su piel representaban las estrellas, aun cuando era un símbolo del inframundo.
Con suficiente territorio y alimento -pecaríes, coatíes, tepezcuintles, osos hormigueros, entre otros- los jaguares pueden convivir con la gente sin ningún problema. Pero cuando su hábitat es destruido, estos felinos se ven forzados a desplazarse fuera de su entorno y, en ocasiones, a alimentarse de ganado. Eso provoca conflictos con las poblaciones, que a veces utilizan esta situación como pretexto para poder cazarlos y vender su piel.
En contraste, el buen manejo del bosque por parte de las comunidades indígenas y los ejidos, además de beneficiar a las personas, conservar el agua y regular el clima, mantiene el hábitat de ese especimen majestuoso que forma parte de nuestra cultura ancestral: el jaguar.


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